martes, 19 de enero de 2010

MoDeRnIzAcIóN EcOnóMiCa Y cIeNtÍfIcA y CrEaCiÓn De Un NuEvO SiStEmA eDuCaTiVo. JaPóN eN lA éPoCa De MEIJI. 1868-1912.



La evolución de la educación desde la época feudal hasta los tiempos modernos...

De todos los textos que nos han tocado leer, es bueno decir que este es el que más me ha llamado la atención, mejor dicho, me sorprendió que los finales (relativamente “felices”) que nos han tocado relatar, en esta ocasión no se hayan suscitado del todo; esto porque hemos venido estudiando cómo la educación ha ido evolucionando mediante políticas emancipadoras que tarde o temprano se convierten en realidad para las sociedades, si bien algunas no se cristalizan de manera total ni eficiente, pero por lo menos vemos cómo se van implementando y cambiando la situación determinada. Me refiero con lo anterior, al caso de Francia y Estados Unidos, pero la diferencia (en cuanto a resultados de reformas educativas) la hace Japón, en la actualidad uno de los principales países industrializados del mundo, y del cual hablaré a continuación, específicamente de la modernización económica-científica que sufrió, así como de la creación de su sistema educativo en la época del imperialismo de Meiji (1868-1912).



Antes de que la modernización llegara a convertirse en una realidad para este país, en la sociedad existían un sin número de escuelas feudales (1604-1868), precisamente porque el modo de producción y gobierno presente era el feudalismo, sólo que tenían las característica de que, como en el posclásico mesoamericano con la sociedad mexica (calmécac y telpochcalli), eran dos los tipos de educación que se le proporcionaba a la sociedad, una primera dedicada a los samuráis (especie de clase noble, gobernante y/o guerrera) y otra para los plebeyos (clase baja, como lo fueron los macehualtin mexicas). Las instituciones existentes que se encargaban de proporcionar esta instrucción se dividieron en cuatro clases:

a) Las escuelas de los clanes: estaba destinada para la élite de los jóvenes samuráis de cada clan feudal, atendidos por el maestro o erudito que practicaba las ideas filosóficas de Confucio, el cual a la vez también fungía como consejero del feudo y administrador de clan. Lo que se enseñaba en estas escuelas era principalmente la moral confuciana, las artes marciales, la historia japonesa y china, caligrafía, composición y etiqueta. El objetivo de esta instrucción era el de formar a los futuros gobernantes de Japón, a los futuros líderes con el carácter necesario para enfrentar tal puesto.



b) Las escuelas locales: Estas instituciones siguieron la dinámica de las anteriores (el mismo currículum), de hecho muchas de ellas se convirtieron en una especie de extensiones de las primeras, fundadas por los señores feudales para que pudieran atender a los hijos de los samuráis que vivieran más alejados del clan feudal. Representaban también, un medio de control ideológico, aseguraba la obediencia de los habitantes de cada villa. Cuando los hijos de los plebeyos ricos representaron una fuente de demanda educativa, el gobierno Tokugawa optó porque éstos asistieran a la misma escuela que los hijos de los samuráis, lo hicieron precisamente en estos establecimientos locales.



c) Las academias privadas: Como su nombre lo dice, este tipo de escuelas eran atendidas por un intelectual que instruía de manera independiente a sus discípulos, esto de acuerdo a sus propias filosofías o teorías científicas. Podían ser en el cualquiera de los niveles: desde escuelas elementales hasta instituciones superiores. Aquí asistían los hijos de los samuráis, así como los de los plebeyos nobles.



d) Las escuelas de escritura: Fueron las instituciones que por excelencia, se ocuparon de atender a los hijos de los numerosos comerciantes que lograron prosperar en su situación económica y que exigieron una educación elemental para sus hijos, por eso, éstas se dedicaron a instruir a los niños en la cultura confuciana y además, aseguraban el que los hijos aprendieran el oficio de sus padres gracias a la formación vocacional práctica que se les asignaba. Después de todo, hubo comerciantes que no sólo enviaban a sus hijos sino también a sus hijas a este tipo de escuelas.



Bueno, pero todas estas escuelas tenían una misión principal, que siempre fue la de inculcar la moral de Confucio a los habitantes del Japón, con el afán de que siguieran creyendo que su obligación era la de obedecer a los gobernantes, a sus señores feudales. Pero así como tuvo sus muchos defectos porque se convirtió en una educación más que dogmática y tradicionalista, también se puede considerar como la base o trampolín para poder lograr la futura modernidad; paradójicamente, en Japón se desarrollaban especialistas en educación con ideas modernas; además, la mayor parte de la población estaba alfabetizada por lo que no sería difícil lograr el primer objetivo.



Tal vez una de las piezas fundamentales para comprender el inicio de esta era moderna y el intento por instaurar un sistema educativo, sea el interés que los japoneses tuvieron por las ideas educativas del occidente del mundo, supieron darse cuenta de que sólo conociendo otras propuestas podrían consolidar lo que necesitaban; así fue como en la época de Meiji se supo que sólo a través de cambiar la educación a un sistema nuevo universal se podía aspirar a modernizar el Estado japonés, y por lo tanto, el modo feudal de producción debía quedar a un lado. De esta forma, se dio una especie de situación dialéctica, donde las ideas y aspiraciones originales del oriente se combinaron con las que fueron retomadas del otro lado del mundo, para que al final se pudiera implantar el nuevo estado y sistema educativo. Esta transformación se dio a través de tres fases principales: primero la adopción de las nuevas ideas pedagógicas e instituciones, luego la adaptación a esas posturas y por último, la sustitución de todas esas teorías y prácticas originales para hacer emerger una nueva versión combinada pero original.



Lo primero que se necesitaba entonces era el cambio de la sociedad feudal, la cual se dio de manera relativamente fácil, aunque existieron combates, pero no se cobraron demasiadas vidas como suele suceder en una transformación de tal magnitud, el resultado de esta lucha fue la declaración, en 1868, de la Carta Juramento de los Cinco Artículos, la cual estipulaba los principios sobre los cuales se basaría el nuevo gobierno imperial japonés: básicamente lo que nos interesa es el hecho de que resaltaba la importancia de la instauración de un sistema educativo como un compromiso a cumplir, para ello, dejaban en claro que deberían de conocer las propuestas que se habían gestado en otras partes del mundo respecto a este tema para fortalecer así, su nueva política.
A partir de este momento se dieron a la tarea de realizar intercambios educativos con las universidades e instituciones educativas de los Estados Unidos, con el objetivo de conocer sus formas de enseñanzas y tecnologías, así como recibir los consejos necesarios de los instructores que llegaron a Japón. Las escuelas norteamericanas se convirtieron en el modelo educativo perfecto para los orientales, para lograr la modernización de su sistema educativo, importaron las ideas que ellos manejaron respecto a la educación. La instrucción del Japón hasta antes de esta etapa había consistido en lograr la moral y dignificación humana, pero lo que ahora planteaba el mayor precursor de la modernización educativa, Yukichi Fukuzawa era que ésta se convirtiera en utilitaria (idea retomada de EE.UU.), es decir, significativa para la sociedad entera y por supuesto para los individuos.



Los maestros y especialistas occidentales y dentro de ellos Fukuzawa, se dieron a la tarea de crear planes para el nuevo sistema a través de la Comisión de Educación de 1868; sobresalió en este tiempo, la creación de la Universidad Imperial de Tokio. Lo que el gobierno imperial quería con todas estos cambios era entre otras cosas, para conservar la unidad nacional siempre conservando la lealtad hacia el emperador, y como ya lo he venido diciendo, preparar el camino para la modernidad. Por otro lado, en 1872 se creó el Código Educativo para crear un sistema educativo moderno a escala nacional coherente las ideas de Francia. Derivado de esto, Japón se dividió en 8 distritos universitarios (cada uno con una universidad), y se crearon múltiples escuelas elementales. Se estableció en este Código también, la educación obligatoria de 8 años, esto para todos los niños y niñas entre 6 y 14 años, promoviéndose el principio de igualdad educativa.



El sistema educativo se iba conformando, la estructura que adquirió consistió en tres niveles de educación: elemental, secundario y superior, la formación académica se aseguraba para los samuráis y la técnica para los plebeyos, aunque cualquier alumno podía asistir a cualquier escuela siempre y cuando sus habilidades fueran las aptas. Las escuelas se fueron multiplicando durante esta etapa pero lo negativo se encuentra en la poca preparación que tenían los maestros para atender a los niños con esta modernidad implantada, cosa que sucedió también en Francia, ya que si recordamos, desplazando a los maestros religiosos por los laicos, éstos últimos mostraron su ineptitud en su desempeño áulico.



Los intercambios y misiones educativas continuaron en 1872 con el viaje que comando Tomomi Iwakura a los Estados Unidos para observar el desempeño de las escuelas de occidente, se escribieron muchos textos con el resultado de las anotaciones hechas, así como de los consejos que ofrecieron los instructores extranjeros, más tarde se utilizarían como guías de capacitación para los maestros japoneses. Después de este viaje, las propias construcciones de escuelas en Japón siguieron el prototipo de las estadounidenses.



Al estar influidos por los principios educativos de los Estados Unidos, automáticamente los japoneses se enfrentaron a las propuestas de Pestalozzi, que sostenía que se debe de respetar el desarrollo natural del niño en lugar de imponerle dichas formas, habló también del método objetivo que rechazaba los tradicionales. De aceptarse como válido estos principios, ya no habría espacio para la forma en que los orientales veían al niño, como un recipiente al que había que llenar de conocimientos; precisamente el primero que introdujo en este país la metodología de Pestalozzi fue Marion M. Scott, fue así como dentro de poco, las ideas de este pensador se fueron convirtiendo en un referente para organizar y mejorar la educación elemental. Con lo que tal vez no se contaba era con que la población rural se opondría a tales transformaciones, pensaban que al hacer uso de las ideas Pestalozzi se estaba atentando contra los valores familiares tradicionales, la propia escuela no fue aceptada por estos habitantes y la pobreza que se vivía les dio más motivos para poder rechazar una educación que no era gratuita. Para acabar con este problema se pensó en la descentralización (que una junta escolar en cada pueblo se hiciera cargo de su escuela), pero viendo los malos resultados y consecuencias de ello, se descartó por completo.



Debido a estos problemas, la política educativa moderna se vio en riesgo, los principales precursores de ésta fueron atacados por los conservadores y representantes del confucionismo, la situación se fue deteriorando, algunos se fueron de Japón, otros renunciaron cuando vieron que ya era difícil seguir con sus ideales, y así fue como terminó el primer periodo de la reforma liberal y de la influencia de Estados Unidos sobre la educación japonesa. Se adoptaron primero y luego se adaptaron las ideas externas a la propia realidad japonesa, no se consolidó como tal, pero se había comenzado con una tarea, la influencia y la huella que habían dejado los estadounidenses era evidente aunque ahora se tratara de volver al inicio, a la moral confuciana.



Así fue entonces como comenzó otra etapa, en la que Motoda se encargó de devolver al pueblo la moral de Confucio, autorizó sus propios textos y los distribuyó en las escuelas, dejando a un lado las ideas de Pestalozzi, querían lograr la modernidad para su país, pero sin perder el control sobre la población; las ordenanzas de Motoda y Mori fueron las que colocaron a la moral como parte medular de la enseñanza y plan de estudios, se introdujo la instrucción militar, el segundo de ellos, organizó al sistema educativo moderno en: universidades, escuelas elementales (de 8 años de duración, cuatro de ellos eran obligatorios), escuelas intermedias (con un ciclo de 5 y otro de 2 años) y escuelas normales, todo un sistema completo. Las escuelas tenían la misión de: conservar la lealtad al Estado-emperador, mejorar la capacidad productiva y ofrecer la instrucción militar. Se enseñaría la moral nacional por encima de la individual o personal.



A las escuelas normales se les encomendó preparar a maestros con la misión de educar a los niños con el sentimiento nacionalista, estaban subsidiadas por el Estado. Desgraciadamente, la versión japonesa del sistema educativo de los Estados Unidos se convirtió en un arma para el logro de las intenciones dominadoras del Estado, era una educación autoritaria, eran fuertemente controladas por este organismo y para nada se considera como utilitaria, sino fuertemente moral y nacional. La escuela elemental estaba asegurada para todos los niños sin distinción, pero la secundaria sólo podía ser para los grupos más acomodados, la élite superior de la sociedad, futuros gobernantes. Estos nuevos instructores no veían ningún beneficio al utilizar la filosofía de Pestalozzi, por eso utilizaron la de Herbart, en la cual la misión reconocida para la educación era la de enseñar moral conservando la herencia cultural; al hacer uso de ella, no era necesario cambiar nada ni despojar a nadie del poder, por eso todos la aceptaron. El maestro, por su parte, tenía todo el poder sobre los alumnos.



Para culminar con esta etapa que sufrió Japón, se dio a conocer el Decreto Imperial sobre Educación en 1890, el documento más importantes de la historia moderna de Japón. Dentro de este texto se ponía de manifiesto que la base de toda la educación era la doctrina de la veneración al emperador, sustentada con la filosofía confuciana del deber de obediencia a los superiores. Este decreto se volvió el credo de todos los estudiantes, fue aprendido y recitado por todos, los maestros fueron el instrumento perfecto para seguir dogmatizando las mentes de los alumnos conforme a este pensamiento, coartando sin duda, la libertad de pensamiento, enseñanza e investigación de todos: maestros, alumnos y pueblo entero.

Actualmente, a pesar de no ser obligatoria, el 90% de la población asiste a la educación secundaria en Japón, más de 2,5 millones de estudiantes continúan estudiando en universidades y colegios, lo que nos habla de un sistema educativo que ha perdurado a través de los años y que a simple vista no pareciera tener mucho problema, lo que sí es cierto es que como ya se ha dicho, al menos a mi parecer, el resultado de esta modernización educativa no es para nada el mejor.

domingo, 17 de enero de 2010

LA EDUCACIÓN PRIMARIA EN FRANCIA EN LA DÉCADA DE 1880. LA ORGANIZACIÓN DE UN SISTEMA NACIONAL COMO SERVICIO PÚBLICO, LAICO, OBLIGATORIO Y GRATUITO.

De las leyes fundamentales a la guerra...
"... que la mujer pertenezca a la ciencia o que pertenezca a la iglesia"
Las concepciones y las prácticas pedagógicas...


En este texto, tal vez la primera información interesante que se presenta es la forma en que la instrucción jugó un papel medular para la transformación de la sociedad francesa en este periodo de tiempo. Dicho lugar tan significativo que se le concede a la educación para el progreso y bienestar de toda una sociedad no es nada nuevo, de hecho en lecturas anteriores he podido rescatar dicha idea, pero para este caso, esta convicción educativa cobra mayor relevancia porque fue el motor que impulsó la obtención de principios tan fundamentales de la educación: pública, gratuita, obligatoria y laica. La educación como solución, como un medio sigue vigente.

Definitivamente dentro de los logros que se reflejaron al final de una larga contienda, el bando de los republicanos tuvo un desempeño insustituible; con la actividad de uno de sus representantes principales como lo fue Jules Ferry, lograron cristalizar las siguientes leyes, cuya historia es verdaderamente incansable y que repasaremos en este texto:
1. Marzo de 1880, ley dirigida a reformar la enseñanza superior.
2. Reformas curriculares de 1880, para la enseñanza secundaria.
3. Ley de agosto de 1879, para la enseñanza primaria (fundación de escuelas normales).
4. Las leyes de 1878 y 1883, para la construcción de casas-escuela.
5. Ley que estableció la gratuidad de la educación: 16 de junio de 1881.
6. Ley de la obligatoriedad de la educación (deber de los padres de mandar a sus hijos entre 7 y 13 años y del Estado de proporcionarla), 28 de marzo de 1882.
7. La educación laica: ley del año 1882 (para los programas y locales), ley de 1886 (para el personal).

Comenzaré el repaso de la lucha ideológica que se dio en el seno de la cámara de diputados y el senado del Estado francés, primero para poder lograr que la educación se convirtiera en un servicio público, lo que llevó implícito su gratuidad y obligatoriedad; en este tema los republicanos tuvieron una importancia innegable, ya que gracias a sus ideas y argumentos tan sólidos, pudieron resultar convincentes consiguiendo sus propósitos sobre todo porque como ya lo he comentado, la aspiración social unánime era la educación del pueblo; lo que más se rescata de esos fundamentos tienen que ver con la igualdad entre todos y cada uno de los niños, con el derecho a la educación que por ende, a ninguno podía negársele, así como el deber recíproco del Estado de brindar dicha instrucción.

Como siempre suele suceder, los obstáculos no se hicieron esperar, y en este caso la misión de estropear estos ideales estuvo a cargo de los conservadores, quienes mantuvieron la idea de que el Estado no tenía ninguna obligación de proporcionar educación a la sociedad, que más bien ésta era una obra de caridad o altruismo, para ellos, no se trataba de un deber legal sino moral de los padres de proporcionar a sus hijos los conocimientos que les servirían para enfrentar la vida en sociedad.

Logradas la gratuidad, la obligatoriedad y la visualización de la instrucción como servicio público, mediante las leyes correspondientes, lo que sería toda una odisea es concretar una educación laica, ya que no sólo los republicanos tendrían a los conservadores como enemigos, sino a la iglesia y a la propia población creyente. Ferry siempre trató de ser cauteloso en cuanto a las decisiones tomadas, ya que lo que le interesaba en primera instancia es lo que él mismo llamó como secularización de la instrucción pública, exterminar la intromisión de la iglesia en la educación, en miras de lograr el Estado laico ideal, en el cual esta poderosa institución dejara de influir en ámbitos como el social, cultural y por supuesto el político.

A pesar de declaraciones tan certeras como: `no hay moral sin religión´, los republicanos no cesaron en su intento por expulsar al clero del ámbito educativo, y más bien sostuvieron que había llegado el momento de formar una nueva moral, que sería autónoma de la dogmática impuesta por este grupo clerical. Una y mil veces, en miras de no perder la unidad social, Ferry declaró que su lucha no era antirreligiosa sino anticlerical, y por lo tanto, decía que la iglesia no tenía de qué preocuparse, ya que solamente dejaría ir la educación que impartía a la sociedad dentro de las escuelas, pero no se estaba aboliendo la libertad de cada ciudadano de creer y profesar el catolicismo. Aunque al final, para poder lograr los objetivos fijados, tuvo que mediar entre sus ideas relativamente prudentes y la de los republicanos radicales que pretendían acabar totalmente con la religión.

Después de ponerse en práctica la ley de la instrucción laica enunciada al principio, los problemas principales que se suscitaron fueron:
*En cuanto a la aplicación legal que se hizo a los programas, existió una polémica respecto al contenido de los manuales de instrucción cívica; por su parte el clero afirmaba que debían de retirarse ya que atacaba descaradamente a la religión, pero lo que en realidad se ponía de manifiesto es la libertad de conciencia y de culto que toda persona posee. Lo que se optó por hacer para calmar las críticas, fue la publicación de una orden hacia los maestros en los que se les recomendaba que fueran más prudentes al abordar temas religiosos en las aulas.

*La decisión de que religiosos impartieran el catecismo dentro o fuera de las instalaciones escolares fue otro fallo que tuvo que mediar Ferry principalmente, mediante exhaustivas discusiones; lo que en definitiva se dispuso hacer es que estas “clases” se dieran fuera de la escuela, a excepción de que la iglesia y la institución educativa estuvieran demasiada alejadas.

*En lo que a la aplicación de la laicidad en los locales se refiere, uno de los problemas sobresalientes es el tema de los emblemas religiosos, los cuales no debían de colocarse más en los nuevos edificios creados, pero en los ya existentes, no se atentaría contra la voluntad de la población de mantenerlos o retirarlos.

*Al personal de la escuela, la laicidad llegó de manera certera, ya que se despidió a todos para reemplazarlos por maestros laicos. Precisamente la reforma de secularización de la instrucción pública terminó en 1889 cuando en ninguna de las escuelas existentes tuvo cabida un maestro religioso. Después de grandes esfuerzos y debates, la laicidad avanzó en algunas regiones, lenta pero segura, mientras que en otras de manera mucho más rápida y sin trabas.

En otro orden de ideas, un segundo artículo que nos encontramos en esta misma lectura, hace referencia a un tema tan vigente hasta nuestros días, el de la importancia irremplazable que posee la mujer dentro de la sociedad; Ferry es quien una vez más abandera la lucha ideológica por lograr una igualdad educativa completa, es decir, el derecho a la educación que debía respetarse no sólo en hombres sino también en las mujeres.


Entre otras cosas, este republicano destaca que el principal obstáculo para el cometido que estaba proponiendo era el “orgullo masculino” o de macho que todos los hombres, sin excepción, tenían (y siguen teniendo); sin duda fue muy astuto al darse cuenta de que un arma poderosa con la que la iglesia contaba era el tener al grupo femenino de su parte, con ellas, el clero aseguraba a todas las familias completas a su servicio, siéndole fieles. Debido a esta influencia decisiva de las mujeres sobre toda la sociedad, era urgente arrebatárselas a la iglesia, por ello en su discurso plantea a los asistentes: “…que la mujer pertenezca a la ciencia o que pertenezca a la iglesia”, sabiendo que si elegían la primera opción, sería mucho más fácil relegar a la iglesia de las altas esferas del poder.

Así mismo, después de lograr todos estos principios educativos, es muy importante revisar ahora, las concepciones pedagógicas que se enarbolaron en este tiempo, así como la aplicación de dichos pensamientos en la práctica. La ambición de los programas elaborados fue lo que trajo ciertas consecuencias para la impartición de las clases, ya que la pretensión fue que los niños aprendieran todo el “saber práctico” posible, pero con ello se sobrevaloró el papel de la escuela, su misión utilitaria en la vida de los alumnos, así como al mismo tiempo su visión educativa no pudieron lograrse totalmente. A los maestros no les quedó más opción que reproducir los manuales, seguir a manera de receta lo que los programas establecían, sin ningún tipo de iniciativa ni mucho menos libertad para diversificar sus prácticas pedagógicas.
Los métodos que se establecieron en ese tiempo fueron, el INTUITIVO, en el cual los niños utilizaban todos los sentidos para explorar las cosas y a partir de ello se deducían y descubrían las reglas y principios; también estaba el método ACTIVO del alumno, en el que como su nombre lo dice, los niños se convertirían en el centro de todo el proceso y no el maestro. Pero ahora en la práctica los resultados de estas concepciones no son nada alentadoras, ya que los maestros no aplicaron estos métodos, ni las ideas pedagógicas que se presentaron, al contrario, convirtieron su intervención en una educación tradicionalista, mecánica, repetitiva.

Por una parte, en el terreno de la teoría se profesaba que el niño era una persona que poseía un cúmulo de saberes mucho antes de ingresar a la escuela (como hoy en día sabemos de los conocimientos previos de los alumnos), por lo que, lo que le correspondía al maestro era pulir o despertar dichas habilidades innatas del alumno, por eso se le llamó como la filosofía de la confianza, esa convicción de que los niños tenían ciertas competencias y conocimientos. También en teoría, se encargó a ciertas instituciones, la tarea de hacer surgir una pedagogía innovadora.

Pero en la práctica, lo que sucedió fue que a pesar de que nuevas ideologías nacieran, entre los maestros persistía la pedagogía antigua a la que ya estaban más que acostumbrados; decían que estaban confiados en las capacidades del alumno, hacían sobresalir su papel tan importante, pero se contradecían al verlo en realidad y formarlo para un futuro adulto, y no contemplar al niño presente en el aula. Ponían en práctica pues, la pedagogía de la desconfianza en sus propios alumnos, la repetición y memorización reinaban en la enseñanza, aunado a todo esto, los maestros no tenían el conocimiento necesario del desarrollo infantil, por lo que lo único que les quedaba era el adiestramiento de los pequeños.
Gracias a todo lo último que he expuesto, se puede decir que la evolución de la educación pública, laica, obligatoria y gratuita fue lenta, fue limitada cuando se llevó a la realidad (mediante maestros poco actualizados y preparados en la nueva pedagogía) imperante en las aulas, siguió preocupada por formar a adultos para el futuro, no a niños que necesitaban ansiosamente una educación de calidad para sortear los desafíos de la sociedad, la nueva sociedad que se asomó con la resolución de la política educativa.
Definitivamente, no podemos negar que los temas aquí abordados son tan cercanos a nosotros, especialmente me refiero a los principios de la educación que se lograron conseguir con estas leyes, así como a la actuación de los maestros dentro de las aulas.
Respecto al primero de ellos, pues si analizamos la situación de nuestros país en el terreno de la cruda realidad las cosas no son favorecedoras, ya que la obligatoriedad pierde todo su sentido cuando sabemos de los casos de miles de niños cuyos padres ni siquiera enterados están de que tienen la obligación de mandar a sus hijos a la escuela y por su parte, para el Estado, simplemente esos niños y comunidades enteras marginadas, no son parte de México, son borrados del mapa y de la memoria colectiva (incluso).
La gratuidad de convierte en un mal chiste, ya que si analizamos esa palabra con todas sus letras, no debemos atrevernos a decir que el mandar a los hijos a la escuela no representa un gasto, comenzando por la cuota de inscripción. Y qué decir de la laicidad, si ésta es la más controversial, por los mismos maestros que se dejan llevar por sus propias doctrinas religiosas a las que son afines, así como por las mismas injerencias que la oglesia obstinadamente mantiene sobre todos los temas de la esfera social y obviamente educativa.
La preparación de los maestros y la pedagogía tradicional que hasta la actualidad utilizan, son el lastre más grande para la eduación de calidad, entre otros factores que influyen en ella; la poca capacidad que manifiestan frente a los programas establecidos por la SEP, la nula habilidad para diversificar sus métodos y formas de enseñanza, optando por la mera reproducción de los manuales, por la repetición y la memorización al abordar los temas, son obstáculos que hacen imposible un cambio en los resultados educativos.