domingo, 20 de septiembre de 2009

Gabriel Bouquier


Nació en 1739 en Terrasson. Desde el comienzo de la Revolución, se aprovechó con gusto por la causa popular, ya que fue él quien escribió, en marzo de 1789, la especificación de las denuncias, quejas y reclamaciones de los habitantes de Terrasson. En 1791, escribió una tesis sobre la base del impuesto injusto, y publicó un poema dedicado a los amigos seculares de la Constitución.

En septiembre de 1792 fue elegido uno de los diez miembros de la Dordogne en la Convención, que desde el primer momento se sentó entre los montañeses, junto su amigo David. Il vota la mort du roi. Votó a favor de la muerte del rey. Entró en la audiencia pública del Comité sobre la renovación de la Comisión en pleno el 15 el primer mes (octubre 6, 1793).


La Convención, tras un debate celebrado varias reuniones en las que participaron Romme, Bouquier, Fourcroy Thibaudeau, Small, Jay, dio prioridad al plan de Bouquier (21 Frimario), el cual tenía las siguientes características:


+Adelantaba un concepción de la instrucción pública radicalmente opuesta a la de Le peletier. Su eje no era una escuela anunciadora de una sociedad nueva, sino la práctica revolucionaria, victoriosa, impuesta como modelo para la instrucción pública.


+Dicho plan establecía una enseñanza elemental gratuita para todos los niños; aunque cuando se presentó a la Convención, ésta añadió la obligación escolar y votó porque los padres se ocuparan de instruir a sus hijos. Se impuso así, la libertad de enseñanza. Esta libertad implicaba ante todo, el derecho para todos los ciudadanos, sin restricción alguna, para abrir una escuela y enseñar, limitando al mínimo las exigencias de hacerlo.

+La libertad de enseñanza también incluía el derecho otorgado a los padres de elegir con su comuna, la escuela que más le conviniera para la educación de sus hijos, la puerta quedaba así entreabierta a los antiguos congregantes y regentes de las pequeñas escuela; pero por otra parte, esta misma libertad ofrecía a los buenos republicanos aún cuando apenas supieran leer y escribir, la oportunidad de tomar a su cargo la instrucción primaria.

+El plan establecía un tipo de libertad rigurosamente vigilada, ya que el instructor no estaba exento de presentar sus certificado de civismo expedido por el comité de vigilancia del lugar de su domicilio y, además, el consejo de la comuna, y por tanto, la sociedad popular debían vigilar que la enseñanza estuviera de acuerdo con los principios republicanos. Cuestionaba radicalmente el papel tradicional de la escuela y del instructor, considerando que se podía fácilmente prescindir de ellos. Para Bouquier, la revolución ya había establecido nuevas formas de instrucción y había encontrado los mejores medios.


+Afirmaba que el pueblo que ya había conquistado la libertad no necesitaba más que hombres de acción, vigorosos; hombres que tuvieran muy claro cuáles eran sus derechos. Y afirmaba que para formar a estos hombres no se necesitaban formadores especializados o maestros, sino que cualquier “buen patriota”, debidamente guiado y vigilado por su sección, podía desempeñar la tarea y enseñar a leer a los niños, a escribir, a contar y al mismo tiempo, inculcarles la moral republicana, puesto que para él, la instrucción más valiosa, la más importante, la más válida, ya se había obtenido sin escuelas, sin profesores y sin gastos inútiles (la de formar espíritus y corazones, la capacidad de razonar y reflexionar).


+Para complementar este rechazo hacia la necesidad de contar con los maestros, expuso su desconfianza hacia los proyectos que pretendían renacer los cuerpos académicos y una jerarquía pedagógica. “Lo mejor es olvidarse de la escuela y confiar los niños a una sección de patriotas, una sociedad popular donde aprenderá a conocer la vida tal y como realmente es”.

1 comentario:

  1. Hola Albita, un trabajo excelente, creo que lo único que falta es que tus compañeros te puedan leer.saludos.

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